Caperucita estaba en su casa viendo la televisión cuando su mamá la llamó a gritos, ella refunfuñando se levantó del sofá del living de su casa y con paso lento fue hasta la cocina a donde se encontraba su madre.
- ¿Qué quieres madre? – preguntó ella mirando como su madre preparaba una canasta con alimentos.
- Tu abuela esta enferma – le informó terminando de cerrar la canasta – quiero que le lleves esto, puedes ir en la bici con Lobito – mencionó a su mascota, Caperucita giró la vista hacía su perrito siberiano.
- Está bien – aceptó Caperucita ya que ella adoraba viajar en bicicleta y más junto con su perrito.
Caperucita se cambió, se apresuró a salir con su bici ya que el día estaba lindo y quería aprovecharlo aparte de eso el camino era largo.
Cuando la soga de la cadena de Lobito estaba lista salieron.
- Vamos Lobito – habló con su perro y comenzó a andar por la calle camino al bosque, cruzó por la ciudad observando como la gente disfrutaba del domingo, cuando llego a la plaza que conducía al bosque en el cual vivía su abuelita, se frenó en la entrada para dejar que su mascota descansará. Se sentó en un banquito mirando el paisaje, sacó un libro para no aburrirse mientras Lobito jugaba. Él se alejó de Caperucita, adentrándose más en el bosque sin que Caperucita se diera cuenta.
Corrió y corrió mientras olía todo lo que encontraba a su alrededor, sintió un olor raro y busco entre las plantas para ver que era.
A lo lejos pero no tanto había un lobo, grande de color café, que estaba descansando junto a su árbol, este sintiendo a la vez el olor se Lobito se levanto y comenzó a buscarlo para hacer una de las suyas, le gustaba divertirse con los demás, encontró rápido el camino y fue directo a Lobito.
- ¿Quién esta ahí? – pregunto Lobito sintiéndose asustado porque él bosque estaba oscuro.
- Soy tu conciencia – respondió el lobo guardándose las risas.
- ¿Mi conciencia? – pregunto mirando al cielo, deseando haberse quedado con Caperucita.
- Si y voy a hacer que mueras – dijo con voz macabra.
- No quiero morir – suplicó llorando porque tenía miedo, buscaba por donde escaparse de su conciencia, sigilosamente fue retrocediendo para volver por la senda.
- No te vayas – pidió el lobo. Lobito no respondió.
- ¿Lobito? – se escuchó un llamando, era la voz de Caperucita que se acercaba a la escena. Lobito no se atrevía a responderle pero siguió retrocediendo hasta que escuchó el grito de Caperucita, se había chocado con ella – Lobito ¿Qué sucede? – pregunto ella.
- ¡Quietos! – gritó el lobo – ¡me los comeré a ambos! – dio un salto apareciendo frente a ellos.
- No lobo por favor – le rogó caperucita.
- Es mi conciencia debo matarla – dijo Lobito.
Mientras tanto la abuela estando enferma salió igual de su casa para ir al bosque para juntar unas plantas para un remedio casero, cuando escuchó los gritos de Caperucita. Levanto Su bastón y comenzó a correr para ver que le sucedía a su nieta.
Hasta que los encontró:
Lobito había sacado de la canasta un cuchillo, he intentaba clavárselo en la cabeza.
- ¡No Lobito! – gritaba Caperucita. La abuela como no tenía sus anteojos no reconoció a Lobito y como lo confundió con el lobo feroz le empezó a pegar con el bastón.
- ¡Lobo malo! ¡Lobo malo! – gritaba la abuela.
- ¡Abuela! – Caperucita le gritaba intentando frenarla, pero no podía.
- Yo lo maté – cantó orgullosa.
- ¡Lobito! – lloró Caperucita sobre el cadáver sangriento de Lobito.
El lobo feroz notando el momento de debilidad se comió a la abuela y como Caperucita no se dio cuenta de eso se la comió a ella también.
- Que divertido es jugar con la gente – comentó volviéndose para su árbol, dejando a Lobito tirado. Cuando llego ahí se acostó a dormir porque eso lo había dejado cansado.

Etiquetas: caperucita roja