- No te preocupes, todo saldrá bien – él acaricio mi cabello mientras yo intentaba pensar en otra cosa, algo que me era imposible.
- Lo intentaré – respondí acomodándome sobre su pecho para poder dormir tranquila.
- Ahora solo duérmete – dijo el acomodándose también para dormir.
- Creo que debes despertarte – susurró en mi oído cuando apenas había reaccionado de estar despierta. Abrí los ojos lentamente y lo mire marcando en mis labios una sonrisa. Me desperecé y me acomodé.
- Buenos días – saludé a mi novio.
- Hola amor – me saludó con un corto y delicado beso – Es lunes, tenemos colegio, mejor que vallamos, ¿no crees?
- Sabes, la verdad es que tengo cero ganas de ir pero creo que debería – respondí incorporándome en la cama, lo miré, él ya estaba cambiado y llevaba el uniforme del colegio, el cual le quedaba perfecto.
- Bueno yo voy a hacer el desayuno. Tu cámbiate – me dijo antes de desaparecer de la habitación.
No sé cómo había hecho para conseguir su uniforme, me pareció raro, a no sé qué haya ido a su casa a buscarlo. Me levanté tambaleándome un poco, fui al baño a ducharme puesto que odiaba estar sucia, aunque a veces no se notara.
Cuando ya estaba lista bajé hacía la cocina, él me esperaba con un desayuno como el que te daban en los hoteles de cinco estrellas.
- Para mí princesa – dijo con una reverencia y corrió mi silla para que me sentara en ella.
- Gracias mi príncipe – dije sonriendo y le seguí el juego mientras me sentaba para desayunar junto a él.
- ¿Qué planes hay para hoy? – pregunto mientras untaba una tostada.
- Creo que por ahora, solo ir al colegio – respondí no muy convencida de ellos, ya que no sabía que nos esperaba allí – ¿has ido a tu casa? – pregunte reparando otra vez en su uniforme ya que por mi parte no dejaba de observar a mi novio.
- Si, me he salido de tu casa por la mañana, cuando llegaba Macy, me fui justo cuando mi madre salé de la casa para no cruzármela, ella piensa que estoy con Luca – comentó él tomando de su café.
- ¿Qué piensas que te dirá? ¿La habrán llamado? – pregunte curiosa por eso, porque cuando mis padres supieron el hecho se volvieron locos solo por saber que eso podría jugar en contra de su imagen frente a las cámaras, cosa que a mí me importaba en lo más mínimo, lo que la televisión pudiera decir de mí y mis padres.
- No lo sé, capaz me castigue y no me deje verte por una semana – dijo en tono burlón por lo que yo reí con él y no me creí lo que decía – bueno capaz si me castigue pero no me prohibirá verte, sabe que no puede hacer eso, sabe cuánto te quiero, no puede separarme de vos – comentó un tanto avergonzado, vi como el color de sus mejillas cambiaba a un rosa tenue.
- Eres hermoso – dije a la vez que una sonrisa se extendió en mi rostro, era imposible no estar feliz con él así, si era la única persona en el mundo que me comprendía.
- Lo sé, ahora terminemos de desayunar que no quiere que tengan argumentos para retarnos – dije a lo que yo reaccioné y dejé de mirarlo bobamente como lo estaba haciendo hasta el momento.
Ashley corría a nosotros, no entendíamos que le sucedía. Cada vez que Ashley sabía algo nuevo éramos los primeros en saberlo nos enterábamos por ella antes que otros lo hagan. Era mejor que un noticiero.
- ¡La expulsaron a Rachel! – nos gritó susurrando, para que los demás no escucharan nada, cuando nosotros llegábamos al colegio y ella salía a nuestra búsqueda.
- ¿Cómo que la han expulsado? – no comprendía lo que estaba sucediendo.
Rachel la dueña de la casa, la anfitriona de al fiesta había realizado esa reunión en su casa, sin dejar a conocer datos sobre el colegio. La fiesta a la que todos habíamos concurrido no tenía relación alguna con el instituto o con algún empleado de este. Ella solo había invitado a los chicos de nuestro curso, el último de nuestro colegio y a algunos cursos menores. Nosotros creíamos que cuando uno realizaba una fiesta en su casa, el colegio quedaba fiera de ello y no tiene cargo de autoridad sobre lo que suceda en esta. Ahora, lo que nosotros no entendíamos ni en lo más mínimo es que aunque sepamos que la fiesta era ajena al instituto porque Rachel había sido expulsada. Era una incógnita.
¿Qué habría pasado con Jade? La chica quien nos delató con la policía en plena noche y desaparejó después de esto. Era imposible pensar que ella una de nuestras amigas, una persona en la que siempre habíamos confiado; había podido delatarnos con la policía. Uno nunca desconfía de la gente que lo rodea. Uno cree que la gente que tiene al lado es buena, confiable, leal a un porque los valores de la amistad todavía existen.
Pero que sucede cuando ya ni en esas personas se puede guardar una esperanza para el futuro, cuando ya no se puede contar con ello como se lo hacía antes. Cuando ya no había persona en la que creer.
Etiquetas: Buscando cariño, Capítulo VII, novela
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