0 Comentarios - entrada de Viqqi.- Publicada el sábado, 14 de diciembre de 2013
{AMOR&AMISTAD} Capítulo ocho – Una decisión.

Estaba tirada en mi cama pensando en las palabras de Mary, ella tenía razón Jerry no tenía que ser mi amigo.
Escuché el timbre y no me moví. Sentí que mi madre subía las escaleras, limpié rápidamente mis lágrimas, no quería que me vieran así y me escondí bajo las sabanas para fingir que dormía. Como siempre mi madre sabía cuando actuaba y cuando no.

- Charlie, hay un chico abajo que te busca, dice que es tu amigo Nicholas – tiró de mis sabanas hasta dejarlas en el piso.
- Estoy durmiendo – dije con un hilo de voz, si mi madre hubiera prestado atención habría notado que había estado llorando.
- ale baja, parece buen chico.
- Esta bien ahora bajo – me levanté de un salto y me oculte en el baño.

Cerré la puerta y me deje caer en el piso frío contra la puerta. Apoyé mi cabeza sobre mis rodillas mientras pensaba y las lágrimas seguían cayendo por mis mejillas. Yo me encontraba llorando por el dilema de perder ami mejor amigo y abajo me esperaba otro chico, al que conocía poco y nada y por así decirlo, me agradaba bastante.

Sentí vibrar mi celular que descansaba en el bolsillo de mi short. Lo saque con la mano temblorosa y miré la pantalla, Jerry. Era la segunda vez que intentaba llamarme en esa tarde. Deje mi teléfono en el piso y simplemente lo mire vibrar.

Estaba atrapada entre la espada y la pared y no tenía escapatoria. A dos centímetros míos se encontraba Jerry esperando a que le respondiera, suponiendo que para arreglar lo sucedido. Y al otro lado de la puerta tenía a un chico nuevo en mi vida esperando, lo había conocido hacía tres días pero ya conocía toda su historia. Hace un año había perdido a sus padres y a su pequeña hermanita en un vuelo de avión y hacía casi dos meses que su novia lo había dejado por otro.

Volví a la realidad cuando mi celular volvió a vibrar en el suelo frío del baño, lo agarre y colgué la llamada. Ya me había decidido. Sabía a quien debía escuchar.

Me levanté, me temblaban las piernas pero eso no importaba, ya me sentía algo mejor. Me acerqué al espejo, estaba hecha un desastre, me lavé la cara con agua y jabón tres veces, me fregué los ojos para ocultar los rastros de las lágrimas. Me puse un poco de maquillaje y pase alo más difícil de todo mi cabello, acomode mi flequillo hacía adelante como solía llevarlo y comencé a peinar las ondas que colgaban sobre mi espalda, cuando me noté lista, levante del piso mí teléfono y salí del cuarto de baño.

Él me esperaba en mi habitación, sentado como si nada sobre el acolchado bien tendido de mi cama. Mi madre siempre tan maniática de la limpieza lo habría tendido antes de salir. Como se encontraba de espaldas a la puerta de mi baño no vio cuando salí de el, lo observe a través de mi espejo yo podía verlo pero él a mi no. Estaba vestido con un jean negro y una camisa a cuadros azueles, su pelo negro delicadamente desordenado brillaba como siempre. Y sus ojos gris claro perfectos como la última vez que lo mire. Estaba sonriendo por lo que yo sonreí también.

¿Qué me estaba pasando? ¿Estaba sintiendo algo por aquella persona? ¿Aquel chico dos años mayor que yo y casi un desconocido? ¿Me estaba enamorando de Nicholas?

- ¿Por qué sonríes así? – pregunto Nicholas volteando hacía mi.
- No es nada – mentí - ¿Mi madre te dejo subir?
- Si, toma son para vos – extendió sus brazos para darme un ramo de flores blancas y una caja de bombones – gracias por estar conmigo ayer – se acerco a mi y me dio un largo beso en la mejilla, sus labios suaves y delicados tocaron mi mejilla produciendo que esta se tornara roja y que mi corazón se acelerara. ¡Cálmate corazón!
- No... ha… hay porque- tartamudeé nerviosa, tomé las flores y las observe por largo rato.
- ¿No te gustan? – pregunto Nicholas mirándome a los ojos.
- Claro que me gustan – dije sonriendo tontamente – es que nunca nadie me regalo flores.
- ¿Nadie? – negué levemente - ¿Es qué ningún novio te ha dado algunas?
- Nunca he tenido novio – dije avergonzada, era verdad nunca me había gustado tanto un chico como para llegar a enamorarme. Mis relaciones con los chicos nos pasaban de compañero de clase o mejor amigo, aunque solo una persona había pasado ese estatus y ahora ya no lo tenía. Mis enamoramientos nunca pasaban más lejos que hasta mi diario y solo duraban unas cuantas hojas o a veces hasta que el diario se acabara.
- ¿Lo dices enserio? ¿O es una broma? – dije riendo un poco.
- Es verdad y no te rías – le di la espalda y camine a la mesa que estaba junto a la ventana para cambiar las flores viejas por las nuevas y dejar la caja de bombones ahí.
- Solo me río de los idiotas que no te vieron – sentí que caminaba hasta mi lado – eres tan linda ¿Cómo nunca nadie se enamoro de ti?
- Ya deja de decir pavadas – dije sonrojada completamente - ¿A qué has venido?
- ¿Es qué no puedo visitar a una amiga?
- Si puede.
- Bueno hoy me dieron el alta y no puedo trabajar por una semana y bueno no tengo nada mejor que hacer.
- ¿Pero si tienes que hacer reposo que haces acá? – pregunté preocupada como siempre que me interesaba en alguien.
- Ayer me visitaste vos ¿No? Bueno hoy me toca a mi… ¿Quieres salir?
- Pero es lunes mañana tengo instituto y mi mamá piensa que vas un grado más abajo que yo – agregué y lo observe parecía sorprendido – no soy la única que no aprueba a los desconocidos.
- Bueno esta bien, pero vamos aunque sea un ratito a la plaza de acá cerca, total es temprano.
- Okey, vamos – tomé mi teléfono y mis llaves.
- Si – festejó él.
- ¡Mamá salgo! Vuelvo en un rato – grité antes de cerrar la puerta de la calle.

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