0 Comentarios - entrada de Viqqi.- Publicada el lunes, 16 de diciembre de 2013
{AMOR&AMISTAD} Capítulo trece – Una emergencia o algo parecido.

Era imposible volver a cerrar los ojos, cada vez que lo hacía me encontraba con sus rostros, ambas miradas me llenaban de culpa y no podía evitarlas. Me levante y caminé al baño, al pasar por la ventana me encontré con en la mesa bajo ella las flores que Nicholas me había dado, marchitas, las miré con tristeza. No las iba a quitar todavía no.

Entre al baño y me senté en el piso frío, eso me haría bien para pensar, tenía mucho en que pensar, pensar y pensar, estaría toda una vida pensando y pensando sin llegar a ninguna conclusión. Debería dejar que el destino siguiera su curso y decidiera por mí, ya que me era imposible elegir, mi situación era la misma que cuando a un niño se le da a elegir entre unos caramelos o un juguete nuevo. Elija cual elija luego querrá el otro sin importar lo que pase.

Tenía que hablar del tema con alguien y ya no era posible que lo charlara con Jerry, era más que imposible. Como pedía que en esos momentos que Kristen apareciera por la puerta y me escuchara, que me diera sus concejos, esos que siempre me ayudaban, que me protegían y en ocasiones me hacían reír.

Kristen, hace meses, casi un año que no la veo ¿Por qué? He de suponer porque se fue a vivir a otro país. Me había visitado por última vez quien sabe cuando. Se había mudado por su familia, por problemas económicos, su padre había terminado por aceptar un trabajo con el que podían vivir sin preocuparse si les faltaba algo. Pero ahora a mi me faltaba algo, ella me faltaba, me hacía mucha falta.

A todo esto ya eran las cinco y diez minutos. Busque mi teléfono entre la ropa sucia donde estaría mi pantalón, el último que había usado. Marqué su número y la llamé. Estaba loca por hacerlo a esa hora de la madrugada y después de casi un año de ausencia, pero ella ya me conocía y no le importaba.

- ¿Hola? – me contestó una voz media dormida, yo diría que toda dormida, se parecía a la de Kristen cuando la llamaba los días de instituto que se quedaba dormida.
- ¿Kris? – pregunté a pesar de que sabía que era ella la que me hablaba.
- ¿Charlie? – ahora su voz no sonaba dormida sino que parecía sorprendida, no esperaba mi llamado.
- La misma de siempre – le informé mientras sonreía para mí ya que nadie podía verme.
- ¡Charlie! – gritó efusivamente parecía que ya se le había quietado todo el sueño – ¿Por qué nunca llamas?
- Kristen, ¿Dime qué es lo que estoy haciendo justo ahora? – le pregunte feliz de poder comunicarme con mi mejor amiga.
- Me estas llamando – afirmó – pero solo lo haces con una emergencia o algo parecido ¿Qué tienes?
- Jerry…
- ¿Qué le sucedió? – pregunto alarmada ella, los tres éramos mejores amigos o aún lo seguíamos siendo pero quien sabe, el tiempo y la distancia lo arruinan todo. No eran dos palabras para estar juntas en una oración cuando se referían a amistad o romance.
- Nada, a él nada – contesté lo más seria posible, no quería preocuparla, solo necesitaba hablar con ella un rato, calmar mis nervios como siempre.
- ¿Entonces? – preguntó con la voz alarmada, como yo no la quería escuchar – cuéntame ya Charlie Fuxson!
- CreoquemeenamoredeJerry – largué de una vez y sin vueltas.
- ¿Que? – me gritó desde el otro lado del teléfono.
- Lo que te he dicho, no quiero repetirlo – dije algo avergonzada por habérselo contado.
- Bueno, pero… Hay! No sé que decirte! – me dijo un tanto confundida.
- No sé… pero dime algo ya! O me voy a volver loca! – le pedí, no aguantaba más necesitaba que alguien me dijera que hacer, con quien quedarme, algo, lo más mínimo.
- Pero, espera ¿Cuál es el problema de eso? – pregunto ella
- Nicholas…
- No, solo se llama Jerry – me corrigió mi amiga, a lo qué yo pensé que si así fuera y solo sea una persona sería mucho más fácil.
- No es el mismo – comencé con la explicación nerviosa por lo que dría.
- ¿Cómo que no es el mismo? Ay amiga la verdad no te comprendo para nada.
- Lo siento, me gusta contarlo, ya me conoces – dije apenada.
- ¿Sabes qué? Tengo una idea, mañana voy a estar ahí a primera hora – dije y colgó el teléfono para que no tuviera oportunidad de reprocharle nada.

Continué con el teléfono pegado a mi oreja unos minutos más sin entender lo que pasaba. Cuando pude reaccionar, lo dejé a un lado y me recosté sobre el piso frío intentando pensar en que había sido lo que paso.

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