0 Comentarios - entrada de Viqqi.- Publicada el miércoles, 5 de febrero de 2014
{AMOR&AMISTAD} Capítulo treinta – Arrepentirme.



- ¡Voy al baño! – grité a mis amigas intentando comunicarme a través de la música.

Me separe de ellas y las dejé bailando entre la multitud. Me abrí paso entre la gente y logré llegar a los baños, por un pasillo, el cual también estaba alborotado de gente. En realidad parejas que parecían comerse unos a los otros sin importar que los vieran.

Entré en el baño de mujeres que estaba vacío y me metí en un cubículo. Sentí como otra persona entraba al baño y lo trababa, pensé que sería la mujer de la limpieza.

Pero cuando salí no me encontré con la mujer que pasa a cada rato para limpiar un poco si no con Jerry, mi amigo, que hasta donde yo sabía el no trabajaba de conserje.

- ¿Qué haces? – le interrogué alzando las cejas sin comprender nada. Se acerco a mi, obligándome a retroceder conforme el se acercaba termino por acorralarme contra la pared.
- Shh... – me calló, apoyó una de sus manos en la pared justo al lado e mi cabeza y con la otra corrió mi cabello, acariciando mi mejilla – quiero recuperarte – susurró antes de pegar sus labios a los míos.

Me convertí en una estatua al sentir el contacto, eso no estaba pasando, no podía pasar. Era imposible, de seguro que estaba dormida. Me había sentado en el pequeño living del boliche y me había dormido era la única opción ya que Jerry no sabía donde estaríamos.

Tanto lo deseaba que ahora soñaba con él, tenía que despertar. Un novio me esperaba en casa. Lo empujé por el pecho para separarlo pero me agarró por las muñecas e insistió en besarme. Yo no quería responderle. No podía. No debía. Él ya no pertenecía a mi vida.

- ¡Suéltame Jerry! – casi grité, evitando sus besos.
- Char… - suplicó posando sus manos con las mías en mi cintura.
- Gritaré – amenacé.

Dejó caer mis manos pero no se aparto, subió otra vez a mi mejilla y me acarició Sueve. Giré mi rostro y él me acompaño con la mano.

- Mírame – intentó girar mi vista – te amo Charlie – confesó mirándome a los ojos. Sus ojos color miel parecían sinceros, más sinceros que nunca, eran puros. Como los que yo había conocido antes. Los que a mi me gustaban.
- Quiero salir – pedí sin moverme.

Volvió a besarme, esperando a que yo respondiera. No lo iba a hacer, no quería moverme, no quería negarme y tampoco responder, solo quería que él se fuera.

- Se lo que sientes – volví a enfocar su iris en mi. Supliqué con la mirada que me dejara marchar. Pero no lo hizo, espero.

Tenía toda la razón del mundo, yo lo amaba. Más de lo que imaginaba, siempre lo había amado y siempre lo había sabido. Pero ya era tarde para asumirlo, yo estaba con Nicholas y no podía engañarlo o dejarlo o algo parecido. ¿Qué debía hacer? No lo sabía.

- Tu me quieres tanto como yo a ti – puntualizó y no me negué – vez tengo razón – yo solo lo miraba a los ojos, esperando para salir – Charlie, mírame a los ojos y dime que no me amas y que no me quieres ver más y yo te dejaré tranquila con Nicholas.
- No puedo – dije al fin. Esa era la verdad, no podía separarme de él.

Sonrío ante mi respuesta, era lo que él esperaba una afirmación a lo que yo sentía. Ahora como podía negarme a algo, si ya lo había dejado en claro. Yo lo amaba. ¿Me pasaba lo mismo con Nicholas?

Otra vez enfocó mi rostro para que quedara a la altura de sus ojos y poder ver los míos. Se quedó inmóvil durante unos minutos, esperaba que yo saliera corriendo, cosa que ahora no haría. Me dejé caer contra la pared sobre el piso. Se acomodo a mi lado y tomo mi mano. No intenté separarme.

- Esto es imposible – dije en un susurro, dejé caer mi cabeza contra la pared y cerré los ojos.
- Esto es lo que yo quería.
- Ahora no se que voy a hacer – dije en voz alta, no tenía que haberlo hecho.
- No te puedo obligar a decidir entre alguno de los ojos, porque eso sería injusto pero en algún momento tendrás que decidir. Aunque yo te esperaré siempre.

Acarició mi mano, haciendo dibujos en ella con su pulgar. Abrí un ojo y ladeé la cabeza para poder mirarlo, sin que el se diera cuenta. Parecía feliz, muy feliz. Y la verdad yo también lo estaba. Había pensado que si esto pasaba, estaría arrepintiéndome toda la vida, pero no iba a ser así.

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